Soplan nuevos vientos, con voces viejas
y añejas. Se escuchan por todos los rincones de la clase política voces que
demandan una reforma de la Constitución. Esas voces, son las de siempre, las de
los privilegiados catalanes y vascos y las de los que les otorgan por gracia
"divina"; esas prebendas injustas y sin razón democrática alguna,
pues se basan en sociedades de esclavos, de siervos y de señores feudales, que
tenían potestad hasta sobre la mujer doncella, con el abominable "derecho
de pernada". Que estas formas de vida y de privilegios pervivan en la actualidad,
es una anacronía democrática, social y humana, dado que, según nuestra
Constitución, TODOS LOS ESPAÑOLES SON IGUALES ANTE LA LEY.
Es evidente que podemos reformar la Constitución, sin embargo, NO PARA QUE LOS PRIVILEGIOS DE ALGUNOS CONTINÚEN PERVIVIENDO Y AUMENTANDO.
La Constitución de 1978, tuvo un
invitado invisible que obtuvo sus buenos resultados. Ese invitado fue E.T.A. La
banda armada, en unos momentos que podía alardear de tener la capacidad de
atentar al más alto nivel del Estado, y con el miedo metido en el cuerpo de
todos los ciudadanos, obtuvo su tajada, al estar representada por el Partido
Nacionalista Vasco. A partir de esta realidad ocultada durante cuarenta años,
pienso que sí, que debemos de reformar la Constitución. Sin embargo, esa
reforma debe llevarnos a la verdadera igualdad, a la abolición de todos los
privilegios sean por zonas geográficas o por grupos de personas, que lo único
que aportan para solicitar ese trato "diferencial", es la tradición
ancestral de ciertas costumbres. Es como si llega un moro a España con tres
esposas. En cuanto ponga el pié en suelo europeo, estará fuera de la ley. Del
mismo modo, nosotros, todos, debemos de acabar con los privilegios en toda
España.
Hablar catalán o vasco o gallego, no
supone ser diferente, ni especial, ni tener derecho a ninguna preferencia. Del
mismo modo que tener zona litoral, no supone ser especial, preferente, distinto
al que no tiene litoral costero en su municipio. Las circunstancias del entorno
de cada lugar, y las tradiciones culturales, no les otorga a las personas la
calidad de ESPECIALES, o PRIVILEGIADAS, por lo tanto, sí, reformemos la
Constitución para que todos seamos iguales ante la ley. Y de paso, pido y
propongo la abolición de la Monarquía, otra rémora del pasado que otorga unos
privilegios injustos e inexplicables para la persona que ostenta el cargo
de Rey.
Mirar al futuro, es sentir los nuevos
vientos que soplan. Vientos de concordia, de convivencia, de compromiso, de
responsabilidad y de esfuerzo; y todo esto no se podrá materializar si
continuamos con CIUDADANOS QUE PERTENECEN a "regiones", Y CIUDADANOS
QUE PERTENECEN a "nacionalidades". Menudo mejunje
mental para alguien que pregunte, ¿qué diferencia hay entre una región y una
nacionalidad? ¿Quién es el sabiondo que puede explicar esta patraña que se
incluyó en la Constitución para contentar a ETA. Basta. Después de cuarenta
años de miedo, de transigir con todas las peticiones y exigencias de los
separatistas; este momento histórico nos permite, por fin, poner las cosas en su
sitio y dar un paso hacia la igualdad y la libertad de todos los españoles.
Las elecciones del día 27 de Septiembre
en Cataluña, nos regalaron el soplo de aire fresco que necesitábamos para
sacarnos todos los complejos y miedos que tenemos con respecto a los
separatistas, para poder seguir con nuestro camino común, como españoles y como
nación milenaria y maravillosamente libre. España viene de Iberia, por lo
tanto, en vez de seguir escuchando el despropósito del separatismo, unamos
nuestras voces para hermanarnos con Portugal, con Andorra y con Gibraltar, y de
este modo, dar forma política a lo que es una realidad geográfica y humana
desde hace miles de años, la Península Ibérica.
Sí, reformemos la Constitución para
unirnos como hermanos que somos y para crear un país mejor, más unido y más
creativo en todos los aspectos de la vida. Somos hermanos y como tales, debemos
tratarnos, con respeto e igualdad.
Nadie es más que nadie. Todos somos
iguales ante la ley. Somos españoles, europeos y ciudadanos del Planeta Tierra,
nuestra casa común.
Con cariño y respeto,
José-Fermín Peña Bueno
Investigador Independiente.
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