Argumento:
Roberto,
(José Mota), es un publicista parado, que, en un día desesperado, después de
ser rechazado por un amigo para formar parte de su gran empresa, decide irse a
Cartagena y reservar una habitación en el hotel donde pasó su luna de miel. Al
llegar allí, verá que ya no existe, y en su lugar hay un museo arqueológico aún
no acabado. En este lugar comenzará su odisea por recuperar el éxito perdido,
tras sufrir un accidente un poco peculiar…
Reseña:
Al
terminar de ver la película, realmente te das cuenta que, aunque llevado al
límite, ese es el mundo en el que vivimos actualmente, en el que el morbo y la
desesperación humana se han convertido en mercancía y negocio, independientemente
de los sentimientos de las personas que se ven sometidas a la presión de los
medios.
Roberto
es un publicista que destaca por ser el autor del eslogan de la Coca-Cola, “la
chispa de la vida”, pero que más allá de esto, no ha tenido éxito en su vida
profesional, e intenta sentirse alguien en su vida personal, buscando trabajo e
intentando contentar a su mujer, también parada.
En
la película vemos claramente como una persona, que se dedica a vender productos
a la gente, a través de su publicidad, ve salida a su decadente vida, a través
de la venta de su propia vida, de un accidente casual que, según sea presentado
a las personas, puede ser un hecho determinante y que le ensalce a la fama. Por otro lado, destaca su mujer (Salma Hayek),
que es contraria a todo el espectáculo al que se somete el accidente de su
marido, y está más centrada en resolver la situación en la que se encuentra él,
que en alcanzar su popularidad soñada. Es decir, por un lado, se presenta una
persona desesperada por alcanzar el éxito a cualquier precio, y por otro, otra
persona que da más importancia a sus sentimientos personales y a la situación
concreta de su familia, dejando de lado lo demás.
Personalmente,
creo que esta película representa una sátira crítica al mundo en el que vivimos
actualmente, y que se presenta con gran maestría, mezclando, como siempre en
las películas de Alex de la Iglesia, toques de humor y de tragedia. José Mota
llega a emocionar, a pesar de ser humorista, y creo que solo por eso, y por lo
que representa la película, merece ser vista.
Mª del Loreto Blázquez Gallego
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